Es imposible vencer al que nunca se rinde
Y así, poco a poco, 2015 empieza a echar su cierre. Ha sido un año muy intenso tanto para Resistentia como para todas las personas que han depositado su confianza en nosotros para lograr sus objetivos deportivos. Sinceramente, nunca esperábamos que los resultados de todos nuestros atletas fueran tan buenos y sobre todo, estuvieran todos tan contentos y cómodos con nuestra metodología de trabajo. Gracias a todos! Vosotros sois, sin duda, los principales protagonistas de Resistentia.
Y para celebrar este año lleno de alegrías y esfuerzos, hemos decidido crear una nueva sección dentro de nuestro blog. Una sección para que vosotros seáis quienes nos contéis en primera persona vuestra experiencia con nosotros.
Y para inaugurar esta nueva sección, qué mejor que Valeria Martínez nos cuente cómo vivió el pasado Maratón de Valencia.
Cuantas veces me habré repetido esa frase. Más o menos llevo un año dándole vueltas, desde que hice mi primera maratón.
No quedé satisfecha, la distancia me ganó la batalla, pero yo quería pedir la revancha, y no estaba dispuesta a rendirme otra vez. Así que me puse en manos de Resistentia.
Los entrenamientos fueron muy cómodos. Sufriendo en las series y disfrutando en las tiradas largas fui construyendo la historia de lo que hoy por hoy es el recuerdo deportivo más bonito que conservo.
Empecé a entrenar específicamente en Septiembre, pero ojo, durante este año ya llevaba 2 triatlones de media distancia, travesías a nado y distintas pruebas que me habían puesto fuerte en esto de aguantar varias horas haciendo deporte.
Empecé con muchas ganas, pasaban las semanas y mi motivación ¡no bajaba!
Mucho tendría que ver en esto las sesiones presenciales de los jueves en la malvarrosa, y es que, rodeada de amigos correr es una fiesta. Y así, sin darme cuenta, pasaron los meses y llegó el gran día.
José estuvo pendiente de mi durante toda la preparación, especialmente los días previos, porque tenía miedo, tenía mucho miedo. Temía volver a fallar, tener que andar de nuevo, no disfrutar de recorrer valencia entre gritos de ánimo, y de acabar llorando de rabia otra vez.
Todos me decían que este año sería distinto, muchos amigos me acompañaron y Arturo corrió de principio a fin a unos tres metros de mí. La maratón era cosa mía, pero si volvía a caer él estaría ahí.
Empecé a correr nerviosa, conservadora, no quería forzar. Pasaban los kilómetros y cada vez me sentía mejor, iba al ritmo previsto. Paz y Andrea vinieron a correr un rato conmigo, me decían que me veían muy bien, y conforme pasaba el tiempo me iba sintiendo más segura de que lo iba a conseguir.
Aún así lloré, en la calle Colón, km 39, estaba emocionada, ¡y cada kilómetro que pasaba apretábamos un poco más! Juan me decía ¡no llores! pero yo solo pensaba en lo que estaba siendo para mí ese momento, corría con fuerza por calles en las que el año pasado andaba, no me lo podía creer.
Le pregunté a José en el km 40 ¿aprieto? y me dijo ya lo tienes, ¡a fuego! (A fuego creo que era ir a 5 no os creáis, mi ritmo maratón era 5:40, jajaja) pero yo sentía que iba a 3. Estaba pletórica, ¡llena de energía! Y así fue como entramos a meta. Adelantando a un montón de gente en los últimos metros entramos con fuerza a pisar la moqueta azul.
Todos los amigos se retiraron y nos dejaron a Arturo y a mí solos. Nos cogimos de la mano y cruzamos juntos la línea de meta, este año satisfecha por el trabajo bien hecho, orgullosa de no haberme rendido, y convencida de que merece la pena volver a levantarme cada vez que caiga, sabiendo que es imposible, vencer al que nunca se rinde.
Increíble deportista y mejor persona aún ^^